El gran potencial a principios de los años ochenta, de la entonces desconocida Ribera del Duero, no pasó desapercibida a unos bodegueros de origen leonés que decidieron apostar por ella. Así en 1986 se funda Señorío de Nava, convirtiéndose en una de las primeras bodegas en pertenecer a la denominación de origen Ribera del Duero.
Desde entonces y bajo el nombre de Bodegas Señorío de Nava, se elaboran vinos de las denominaciones de origen más importante de Castilla y León, Ribera del Duero, Rueda y Toro.
La denominación de origen Ribera del Duero tal y como hoy la conocemos, surge tras la iniciativa de una serie de viticultores y bodegueros preocupados por impulsar los viñedos y la calidad de los vinos de la zona.
Antes de la creación de la D.O. Ribera del Duero, esta región ya era conocida como una tierra excepcional para la elaboración de vinos únicos.
La denominación de origen Rueda es una de las pocas zonas vinícolas europeas especializadas en la elaboración de vino blanco así como en la protección y desarrollo de su variedad autóctona, la verdejo.
Es además, una de las D.O. vitivinícola más antigua de la actual autonomía de Castilla y León. Concretamente fue creada en el año 1980, e inicialmente sólo producía vinos blancos.
En la Edad Media, los vinos de la denominación de origen Toro eran muy apreciados, siéndoles concedidos privilegios reales que permitían su comercialización en ciudades donde la venta de otros vinos estaba prohibida. Debido a las características que le hacían perdurar y conservarse en largos viajes, estos vinos inundaron bodegas reales y navíos que alcanzaron las tierras del Nuevo Mundo.
Son numerosos los documentos que a lo largo de estos años regulan y reconocen el cultivo de vid y su importancia económica en la ciudad, pero es el 26 de mayo del 1987 cuando a Toro se le otorga por primera vez la denominación de origen.